Francisco Sosa Wagner de UPyD dixit.
No sé si recordaréis la noticia que en julio saltó a la palestra acerca de que el Parlamento de Lituania aprobó una ley homófoba que prohíbe informar positivamente sobre homosexualidad a menores, ya sea en escuelas, lugares públicos y medios de comunicación que puedan ser vistos por menores (niños y adolescentes). Es decir, que la homosexualidad como lacra y perversión que es, debe mantenerse alejada de la educación. Recordemos que Lituania es miembro de la Unión Europea desde 2004. En la foto, dos ignorantes perdidas lituanas ostentando abiertamente su idiotez clínica, digo, su homofobia, a lo mejor incluso diputadas.
Pues bien, tras varias vicisitudes, la ley homófoba lituana fue sometida a revisión en el Parlamento Europeo (ver foto) el pasado 17 de septiembre. En el Pleno, la mayoría votó a favor de requerir al Gobierno lituano que examinara las recientes modificaciones aplicadas a la ley “de protección de menores contra el efecto perjudicial de la información pública” para evitar la discriminación basada en la orientación sexual. Algo lógico y normal en nuestra Unión Europea, pues creía yo que estos aspectos tan bajos de la psique humana ya estaban superados hacía años en la práctica totalidad de los estados de la Comunidad, de Este a Oeste. Bueno, al menos lo estaba en todos menos en Lituania. En cualquier caso seguimos a la espera que el Parlamento de este país rectifique.
Pues la cosa es que en tan relevante votación en la que derecha e izquierda (de este país) sólo podían (debían) pronunciarse en un sentido posible, a favor de un simple requerimiento (que no firme obligación, algo que me indigna) a Lituania para reformar una legislación abiertamente homófoba y discriminatoria, supimos que dieciocho eurodiputados del PP se negaron a ello y que, además, el eurodiputado de UPyD, un partido de centro-izquierda pro-derechos LGBT, se abstuvo.
Visto esto, parece que la homofobia del PP va mucho más allá de lo que intentan aparentar (aprovecho para recomendaros esta entrada de Mario que aborda muy bien el tema). En esencia, durante años nos han pretendido hacer creer que su oposición, por ejemplo, al matrimonio del mismo sexo es un por un tema de nomenclatura y que estarían dispuestos a uniones civiles (en las que cabían desde dos compañeros de piso, a un largo etcétera, pero en fin esa es su idea de la familia para gays y lesbianas). Siempre excusas, siempre barullo, siempre dobles juegos, y todo ello enmendado por dobles parches, que siempre dejan entrever la homofobia de su pútrido discurso. No nos engañemos, con el PP nos espera esto, un serio retroceso a todo aquello que hemos logrado las personas LGBT. Lo ocurrido en el Parlamento Europeo no es una mera anécdota, es real. Llevo meses diciéndolo y ahora que cobra forma el fantasma del regreso de la Trotona de Pontevedra al gobierno, el tema empieza a preocuparme de veras. Confiemos en que los varios millones de potenciales votantes LGBT no lo permitamos.
Respecto a la postura de UPyD en la votación del caso Lituania, me parecía bastante esquizofrénica la abstención de su eurodiputado. Tanto que se ha prodigado Rosa Díez en defender la causa LGBT, ¿cómo entonces es posible que el eurodiputado de UPyD, Francisco Sosa Wagner, se abstuviera? Esta mañana Juanjo ha venido a sacarme de dudas. Como puede verse en esta entrada del blog de Jose A. Pérez, columnista del diario Público, un votante de UPyD, gay, le preguntó esto mismo al Eurodiputado Sosa Wagner a través de un correo electrónico. He aquí su respuesta, reproducida tal cual:
"Mi querido amigo: no hay ninguna cuestión de fondo, la razón se debe a algo bastante más prosaico y elemental y es la siguiente: yo no me he hecho todavía con el ritmo de las votaciones en el Parlamento pues se producen muchísimas en pocos minutos. Los diputados que pertenecen a los partidos mayoritarios van con una lista donde se les indica el sentido de cada votación y yo carezco de esta ayuda porque mis asistencias técnicas son muy limitadas. Estoy tratando de solucionar esta carencia. Espero haber contestado a su pregunta, reciba un saludo muy cordial".
Como puede verse, la estupidez humana no tiene límites. Y no me refiero al Eurodiputado novato, pues pese a su error, que ha dejado estupefactos al nutrido grupo de personas LGBT que han votado a este partido, no es más que una víctima de la vorágine burocrática que inexorable nos golpea y nos asfixia día tras día. Pero lo que aquí se desprende es que ni siquiera nuestros bien pagados representantes, con todos sus recursos y con una única obligación, se ven capaces de hacer su trabajo democrático por el que han sido elegidos, en este caso por bastantes miles de personas (entre los que no me encuentro). Esta es la democracia, ahogada por la burocracia.