La propuesta recoge 3 días completos que es más o menos lo que la gente puede dedicar a un viaje de estas características. Sin emabrgo, la ciudad da para más. Y es que pretender visitar Múnich al completo en 3 días resulta harto complicado; más aún, si además se quiere visitar el antiguo campo de concentración de Dachau que por su fácil acceso (con el SBahn) y su significado histórico, merece una visita de al menos una mañana (unas 4 horas), más si cabe si nunca se ha visto el horror de un campo de exterminio Nazi. Ver estas fábricas de productividad a base de esclavos, tortura y muerte, es una experiencia emocional y a la vez didáctica que todos necesitamos en algún momento de nuestras vidas. Dachau puede visitarse por libre o a través de circuitos organizados como Into Munich Tours o Action Reconciliation. La Oficina de turismo de Hauptbahnhof también realiza visitas guiadas gratuitas.

Ver Reportaje fotografico complementario de Munich o clicka aquí:
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Múnich, álbum complementario al artículo en http://nivorg.blogspot.com/ |
DÍA 1: RESIDENZ, CENTRO HISTÓRICO.
La visita puede iniciarse en Odeonsplatz en cuyas inmediaciones se encuentra la Platz der Opfer des Nationalsozialismus en cuyo centro, un monumento frío que simboliza muy bien lo que fue la época más desgarradora y gris de Alemania, y que está dedicado, in memoriam, a las víctimas nazis recordadas a su vez por una llama eterna. Su visita puede servirnos de introducción para adentrarnos en una ciudad cuya historia actual está mediatizada por el antes y el después del nazismo. No en vano, el Partido Nazi nació aquí. Pero Múnich pagó muy cara su adhesión al nazismo, con miles y miles de vecinos asesinados por los nazis o muertos en el frente o por los bombardeos aliados que volatilizaron cerca del 90% de la Alstadt. En Odeonsplatz se encuentra el Feldherrnhalle o (salón de los Mariscales de Campo), así como la Iglesia de S. Kajetan, con sus torres de color dorado y su cúpula verdosa, que es la antigua iglesia real de la Casa de Baviera; en su cripta yacen los cuerpos sin vida de los difuntos reyes y reinas de la dinastía Wittelsbach. El edificio barroco merece la visita.
Desde aquí, podemos acceder a la Residenz, el monumento más significativo de Múnich, sin el que la visita a la capital bávara quedaría coja. Desgraciadamente, la actual fisonomía del edificio es fruto de la reconstrucción de posguerra. La construcción de este palacio real fue iniciada durante el gobierno del duque Albrecht V, y ampliada y modernizada otras tantas veces desde 1385 –año de su fundación– hasta 1918, cuando la monarquía fue abolida, iniciándose la corta pero intensa República de Weimar. Todo este largo periplo constructivo implica que hoy en día la Residenz cuente con piezas y estancias de estilos diversos: tardo-Gótico, Renacentista, Barroco, Rococó y Clasicista. La Residenz es, posiblemente, el palacio real con más superficie visitable de los que he visto. Tanto es así que hay secciones de mañana, y otras que abren sólo por la tarde. Se puede adquirir un ticket sencillo, o bien si no quieres perderte nada, comprar el ticket total para entrar en la Residenz, Schatzkammer (tesoro de los Wittelsbach), y el Altes Residenztheater (teatro del S. XVIII), una joya preciosa del Rococó. Asimismo, dentro de la Residenz destaca: el Anticuarium, una espectacular sala decorada con más de un centenar de bustos (renacentistas y clásicos), la galería de los Antepasados, y las colecciones de porcelana y piezas del lejano oriente. Tras pasar por los 5 patios del palacio conviene tomarse un descanso en los Hofgarten (jardines de la Residenz) que cuentan con una entrada desde Odeonplatz.
Si después de la paliza que os habréis dado aún os quedan fuerzas, se puede optar por un paseo desde Odeonplatz en dirección a Karlstor, para luego virar hasta Rosentalplatz. Tomando la calle Theatinerstrasse se puede hacer compras visitando alguno de los populares centros comerciales que se ubican en esta calle, como el Fünf Höffe. Si como yo, prefieres lo cultural al shopping, puedes llegarte hasta la gótica Frauenkirche, Iglesia de Nuestra Señora, cuyos campanarios, acabados en forma de bulbo, son parte ineludible de la típica estampa muniquesa. En su interior, justo en la entrada, resalta la huella de Lucifer asociada a una curiosa leyenda. A la derecha, en el coro, se encuentra el gótico mausoleo broncíneo de Luis de Baviera. Como veis, la Iglesia merece la visita. En el exterior, una extravagante placita permite tomar algo de perspectiva para admirar la alta fachada en ladrillo rojo.
Desde aquí, podemos acceder a la Residenz, el monumento más significativo de Múnich, sin el que la visita a la capital bávara quedaría coja. Desgraciadamente, la actual fisonomía del edificio es fruto de la reconstrucción de posguerra. La construcción de este palacio real fue iniciada durante el gobierno del duque Albrecht V, y ampliada y modernizada otras tantas veces desde 1385 –año de su fundación– hasta 1918, cuando la monarquía fue abolida, iniciándose la corta pero intensa República de Weimar. Todo este largo periplo constructivo implica que hoy en día la Residenz cuente con piezas y estancias de estilos diversos: tardo-Gótico, Renacentista, Barroco, Rococó y Clasicista. La Residenz es, posiblemente, el palacio real con más superficie visitable de los que he visto. Tanto es así que hay secciones de mañana, y otras que abren sólo por la tarde. Se puede adquirir un ticket sencillo, o bien si no quieres perderte nada, comprar el ticket total para entrar en la Residenz, Schatzkammer (tesoro de los Wittelsbach), y el Altes Residenztheater (teatro del S. XVIII), una joya preciosa del Rococó. Asimismo, dentro de la Residenz destaca: el Anticuarium, una espectacular sala decorada con más de un centenar de bustos (renacentistas y clásicos), la galería de los Antepasados, y las colecciones de porcelana y piezas del lejano oriente. Tras pasar por los 5 patios del palacio conviene tomarse un descanso en los Hofgarten (jardines de la Residenz) que cuentan con una entrada desde Odeonplatz.
Si después de la paliza que os habréis dado aún os quedan fuerzas, se puede optar por un paseo desde Odeonplatz en dirección a Karlstor, para luego virar hasta Rosentalplatz. Tomando la calle Theatinerstrasse se puede hacer compras visitando alguno de los populares centros comerciales que se ubican en esta calle, como el Fünf Höffe. Si como yo, prefieres lo cultural al shopping, puedes llegarte hasta la gótica Frauenkirche, Iglesia de Nuestra Señora, cuyos campanarios, acabados en forma de bulbo, son parte ineludible de la típica estampa muniquesa. En su interior, justo en la entrada, resalta la huella de Lucifer asociada a una curiosa leyenda. A la derecha, en el coro, se encuentra el gótico mausoleo broncíneo de Luis de Baviera. Como veis, la Iglesia merece la visita. En el exterior, una extravagante placita permite tomar algo de perspectiva para admirar la alta fachada en ladrillo rojo.
DÍA 2: CENTRO HISTÓRICO Y ENGLISCHER GARTEN.
El recorrido parte de la Sendlinger Tor tomando la Sendlinger Strasse, una de las calles más bonitas de la ciudad. Enseguida nos encontramos con la antigua casa de los hermanos Asam y su capilla adjunta, la Asamkirche que es sin duda una genialidad Rococó marca de la casa. Mientras accedes al interior no puedes perder de vista a la muerte dorada, no sea que aproveche tu despiste y corte el hilo de la vida… Más allá, se alcanza la Jakobs-Platz, donde se ubican el Jüdisches Centrum con el Jüdisches Museum (museo de los judíos muniqueses) y el Stadtmuseum. Ambos merecen una visita, aunque si se pretende aprovechar el tiempo es preferible dirigirse al mercado de alimentos, el Viktualienmarkt, cuya visita es imprescindible. Los productos son algo caros y muy enfocados a lo turístico, sin embargo, lo mejor del mercado es la atmósfera que se respira: cientos de personas paseando o disfrutando de una bebida fría en las terrazas, entre estatuas y edificios singulares, y todo ello bajo la protección del árbol de mayo, con los símbolos bávaros. Y a pesar del ajetreo, el ruido es perfectamente tolerable ¿Os imagináis esto en España?
Desde aquí, alcanzamos la Marienplatz, el corazón de Múnich. Si se viene desde el Viktualienmarkt se accederá por detrás pasando por el Alter Rathaus, el antiguo Ayuntamiento, que fue totalmente destruido por los bombardeos y reconstruido en un estilo neogótico-de-posguerra algo cutre. Ya en la Plaza, destacan la Fichsbrunnen, una antigua fuente para mantener el pescado fresco llena de leyendas y la Mariensaüle, una columna dorada dedicada a María que se levanto en 1638 para conmemorar la expulsión de la ciudad, por españoles y austríacos, de los ejércitos luteranos suecos durante la Guerra de los Treinta Años. Pero la fisionomía de la plaza está marcada por el grandioso Neues Rathaus, el Ayuntamiento neogótico del S. XIX que cuenta con el famoso carrillón, Glockenspiel, con sus tres niveles de figuritas de la historia de la ciudad que a las 11:00, 12:00 y 17:00 danzan graciosamente en una
De camino a la Hofbräuhaus no dejéis de saludar a Julieta, regalo de la hermanada Verona, y la enésima Iglesia, la Heiliggeistkirche. Ya en Orlandostrasse, entramos en la cervecería más famosa de Múnich, la Hofbräuhaus, que además de ser punto neurálgico del turismo muniqués, es conocida porque en su sala de banquetes del piso superior pronunciaba sus primeros discursos la gran perra Hitler. Fue aquí donde el 20 de febrero de 1920 se celebró el primer Congreso del partido Nazi y fue aquí donde vi un grupo de más de 100 ancianos octogenarios que debieron vivir en aquella época. ¿Qué pensarán realmente?
Gran parte de los restos históricos de la ciudad se encuentran en los alrededores: la casa más antigua de Múnich del S. XV, la Münzhof, el Alter Hof, el primer palacio real, del que tan sólo queda una parte original, o una lápida conmemorativa de la productiva estancia de Mozart en la ciudad donde compuso su genial ópera Idomeneo. Más arriba llegamos a Max Joseph Platz, plaza en la que uno se debe detener y tomarse al menos un café para admirar la fachada de la Residenz, el Nationaltheater o la antigua oficina de correos con una arcada que recuerda a mil y un rincones de Verona o Bologna.
Desde aquí hay que tomar el tranvía hacia el Maximilianeum para saludar al río Isar, para después coger alguna de las líneas que te llevan al Englischer Garten, un parque boscoso, no recomendable de noche, en el que destaca la Torre china construida en el S. XVIII y el monumento a Monopteros, desde donde hay un bonito panorama. Siguiendo a través del Parque se llega a la Siegestor, una de las puertas clasicistas de la ciudad y la Ludwig-Maximiliam Universität. Aquí, si disponéis de tiempo, debe aprovecharse la oportunidad para visitar la exposición (abierta de 10h a 21h los jueves y el resto de días hasta las 16h) conmemorativa dedicada a la DenkStätte, Rosa Blanca, un grupo de valientes estudiantes que perdieron sus vidas luchando contra el nazismo. Creo que por hoy, ya hay bastante.
DÍA 3: OLYMPIAPARK, NYMPHENBURG, GLIPTOTHEK / DACHAU
Gran parte de los restos históricos de la ciudad se encuentran en los alrededores: la casa más antigua de Múnich del S. XV, la Münzhof, el Alter Hof, el primer palacio real, del que tan sólo queda una parte original, o una lápida conmemorativa de la productiva estancia de Mozart en la ciudad donde compuso su genial ópera Idomeneo. Más arriba llegamos a Max Joseph Platz, plaza en la que uno se debe detener y tomarse al menos un café para admirar la fachada de la Residenz, el Nationaltheater o la antigua oficina de correos con una arcada que recuerda a mil y un rincones de Verona o Bologna.
Desde aquí hay que tomar el tranvía hacia el Maximilianeum para saludar al río Isar, para después coger alguna de las líneas que te llevan al Englischer Garten, un parque boscoso, no recomendable de noche, en el que destaca la Torre china construida en el S. XVIII y el monumento a Monopteros, desde donde hay un bonito panorama. Siguiendo a través del Parque se llega a la Siegestor, una de las puertas clasicistas de la ciudad y la Ludwig-Maximiliam Universität. Aquí, si disponéis de tiempo, debe aprovecharse la oportunidad para visitar la exposición (abierta de 10h a 21h los jueves y el resto de días hasta las 16h) conmemorativa dedicada a la DenkStätte, Rosa Blanca, un grupo de valientes estudiantes que perdieron sus vidas luchando contra el nazismo. Creo que por hoy, ya hay bastante.
DÍA 3: OLYMPIAPARK, NYMPHENBURG, GLIPTOTHEK / DACHAU
El tercer día puede dedicarse a visitar sitios más alejados del centro. Se puede alternar Dachau con el Parque Olímpico. O uno u otro con el Palacio de Nymphenburg. O incluso si da tiempo visitar alguno de los grandes museos que alberga esta ciudad.
Si se opta por disfrutar de la mañana caminando, lo mejor es darse una vuelta por el Olympiapark, el complejo olímpico de 3 km² de superficie, construido para albergar los Juegos Olímpicos de Verano en 1972, los cuales pasarían a la historia por los asesinatos perpetrados por el grupo activista palestino Septiembre Negro. Hay un monumento conmemorativo en memoria de las víctimas y por la paz en los aledaños del estadio, en dirección a lo que fuera la villa olímpica. El complejo fue una obra arquitectónica de vanguardia y aún sobrecoge, con su atrevido diseño y sus paneles ondulados. Al estadio se puede acceder pagando 4€ por cabeza. El parque y su lago, coronado por la Olympiaturm (subir cuesta 3,50€), se tercia al paseo. Caminado repararás en seguida en el curioso “paseíllo” de la fama que han colocado y que no suele ser respetado ni por ánsares, ni por las fochas, cisnes y porrones que van de un lado a otro para deleite del ornitólogo. En dirección al Metro se debe visitar el BMW Museum que es gratis, por lo que no hay que hacerle ascos. La verdad es que el interior del edificio, de líneas curvas, me pareció fascinante. Recuérdese, asimismo, que BMW es una de las insignias de esta ciudad.
Si se sigue la segunda opción planteada (pues de Dachau, ya se habló más arriba), se puede ir al Palacio de Nymphenburg. Desde el Parque Olímpico llegar con el transporte público exige un poco de vuelta, si se quiere eludir el autobús. El Schloss Nymphenburg se inició en 1664 y se enmarca dentro del grupo de palacios veraniegos tan propios de las monarquías europeas de la Edad Moderna. El edificio principal del palacio es visitable y en él destaca la Schönheitengalerie (Galería de las bellezas). Mucho mejor sin duda es darse un paseo por los jardines de palacio (¿o debiéramos decir bosque?) con edificios singularísimos como el Amalienburg, pagodas, mezquitas o el pabellón de caza de un recargado Rococó.
Irse de Múnich sin haber entrado en alguno de sus museos es pecado, sólo perdonable si se sube la Scala Santa de Roma de rodillas. En Barer Strasse se encuentran las 3 pinacotecas (Alte, Neue y der Moderne) de la ciudad, que albergan una suntuosa colección desde el autoretrato de Durero hasta Picasso y Warhol. Si te apasiona la pintura los 3 museos te ocuparán un día. Si como a mí, prefieres lo clásico, te recomiendo la Glyptothek en la Köningsplatz. Es un pequeño museo, el más antiguo de Múnich, que cuenta con esculturas greco-romanas, entre ellas, el sensual y perfecto Schlafender Satyr, o Fauno Barberini del 200 a.C. Más historia, en este caso de Baviera, podréis encontrar en el Bayerisches Nationalmuseum y Archäologische Staatssammlung, el primero con objetos históricos hasta la Edad Moderna y el segundo, centrado en sus colecciones celta y romana. Ambos se encuentran al sudeste del Englischer Garten.
Si se sigue la segunda opción planteada (pues de Dachau, ya se habló más arriba), se puede ir al Palacio de Nymphenburg. Desde el Parque Olímpico llegar con el transporte público exige un poco de vuelta, si se quiere eludir el autobús. El Schloss Nymphenburg se inició en 1664 y se enmarca dentro del grupo de palacios veraniegos tan propios de las monarquías europeas de la Edad Moderna. El edificio principal del palacio es visitable y en él destaca la Schönheitengalerie (Galería de las bellezas). Mucho mejor sin duda es darse un paseo por los jardines de palacio (¿o debiéramos decir bosque?) con edificios singularísimos como el Amalienburg, pagodas, mezquitas o el pabellón de caza de un recargado Rococó.
Irse de Múnich sin haber entrado en alguno de sus museos es pecado, sólo perdonable si se sube la Scala Santa de Roma de rodillas. En Barer Strasse se encuentran las 3 pinacotecas (Alte, Neue y der Moderne) de la ciudad, que albergan una suntuosa colección desde el autoretrato de Durero hasta Picasso y Warhol. Si te apasiona la pintura los 3 museos te ocuparán un día. Si como a mí, prefieres lo clásico, te recomiendo la Glyptothek en la Köningsplatz. Es un pequeño museo, el más antiguo de Múnich, que cuenta con esculturas greco-romanas, entre ellas, el sensual y perfecto Schlafender Satyr, o Fauno Barberini del 200 a.C. Más historia, en este caso de Baviera, podréis encontrar en el Bayerisches Nationalmuseum y Archäologische Staatssammlung, el primero con objetos históricos hasta la Edad Moderna y el segundo, centrado en sus colecciones celta y romana. Ambos se encuentran al sudeste del Englischer Garten.
Con esto concluye mi propuesta que no pasa de ser una mera introducción o resumen. El objetivo ha sido el de descubriros esta ciudad que a mí me ha fascinado y que ofrece mucho para un público heterogéneo. Espero que os haya gustado. No dejéis de ver la fotos.
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Múnich, álbum complementario al artículo en http://nivorg.blogspot.com/ |
4 Comentarios:
Y esta es la parte necesaria de tu artículo. Anima a conocer la ciudad.
Muchas gracias.
Ahora te cuento otra cosa. He intentado votar esta entrada en Bitácoras desde el enlace que proporcionas. Se lee el siguiente mensaje: "La anotación que deseas votar aún no ha sido recibida en nuestro sistema." Por esta razón, voy directamente a mi carpeta de blogs que sigo en Bitácoras y observo que, efectivamente, tu entrada aún no ha entrado. En este momento son las 15:01 horas del 21 de febrero.
Saludos.
Interesante la entrada :)
Yo estuve el año pasado con mi novia y unos amigos y nos lo pasamos teta. Sobre todo en el Hofbräuhaus :D
Munich es muy top!
Una ciudad que tuve el placer de descubrir en el viaje de fin de carrera, y además, era navidad, una de las mejores fechas para visitar Munich dado las tradiciones bávaras y una cultura navideña que remontan hasta la misma época medieval.
Para conocer la ciudad hicimos un Tour Navideño en el que visitamos el centro histórico y el famoso mercado. El ambiente era muy curioso para los que nos somos mucho de tradiciones, pero sin duda mereció la pena con creces.
Un saludo.
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