2 Caras del 28 de junio en Barcelona: Análisis a posteriori del Pride y del Orgull LGBT.

Este fin de semana se han vivido en Barcelona dos manifestaciones bien distintas del Orgullo LGBT.

El sábado 27 salió de Plaça Universitat en dirección a la Plaça de Sant Jaume (donde se ubican las sedes de las principales instituciones políticas: Generalitat y Ajuntament), la tradicional manifestación reivindicativa y conmemorativa de los hechos de Stonewall: la manifestación del Orgullo LGBT que convoca la plataforma asociativa unitaria. Una manifestación que lleva celebrándose ininterrumpidamente desde finales de los 70 (ver foto) y que en tiempos, llegó a reunir a 30.000 personas. En esta ocasión, sólo participamos en ella entre 3.000 y 4.000 personas, más o menos y a ojo de buen cubero. Eso sí, en la manifestación hubo de todo: color, gente, público-mirón, viejas glorias de los colectivos, activistas LGBT catalanes de toda la vida, muchas entidades y asociaciones (destacando la presencia activa de Sin Vergüenza, que con ésta ya llevan 11 manifestaciones, el sábado todos vestidos de verde), personajes conocidos como la activista transexual Silvia Reyes (ver foto), partidos políticos (ERC, IUiA, IC) y, sobre todo, mucha alegría, expresada con el aporreo de los tambores, las consignas gritadas, las banderas ondeadas, la música LGBT e incluso la carroza del FAGC tomada por leathers. En general, una manifestación algo más alegre que la de los 2 últimos años. Una manifestación donde primó la reivindicación sobre las performances, a pesar de lo cual periódicos y TV reflejaron mayoritariamente lo segundo). Llegados a la Plaça de Sant Jaume, se leyó el manifiesto por nuestros derechos, contra la homofobia y la transfobia. Con ello, se disolvió la manifestación, aunque para quien lo quisiera se celebraba una fiesta cuyos fondos se dedicarán a la lucha por los derechos LGBT.

Fotos tomadas de: Gay Cat (es lo que tiene, no llevarse la cámara)

Al día siguiente, el domingo 28, también desde la Plaça Universitat, salió otra manifestación bien distinta: el Pride de Catalunya. La dirección que tomó fue la opuesta, hacia la Fira de Montjuïc, una zona donde se organizan los principales eventos lúdico-comerciales de la ciudad, lo que ya nos da la idea de por dónde fueron los tiros. En la rúa del Pride participaron unas 15.000 personas, la mayoría como público que seguía la rúa, aunque en Avenida Maria Cristiana pudieron llegar a congregarse unas 30.000 personas, juzgar vosotros mismos mirando la fotografía. En todo caso, cifras muy por debajo de las del Orgullo LGBT de Madrid, el objetivo a emular por la organización del evento. En la rúa hubo también mucho: performances, unas 15 carrozas de locales, hoteles y alguna asociación. Por estar, estuvieron incluso los gaylespol (policías gays y lesbianas), color, bebida, espectáculo, música, muchos chulazos recién sacados del Gym o de D-Boy, drag queens, gente muy arreglada, músculos, etc. En general, ingredientes perfectos para una gran fiesta, como la que el día se merece; sin embargo, y como ya predije, vacía de contenido.

ANÁLISIS.

No pretendo ir mucho más allá de lo que ya dije en la anterior entrada. Mi sensación es, a la postre, positiva-negativa-extraña. Me explicaré. Positiva porque de una manera u otra, entre 20.000 y 35.000 personas salieron a festejar el Orgullo LGBT, lo que ha supuesto que durante todo el fin de semana se haya vivido una gran visibilidad del hecho homosexual. Esto es algo sin precedentes en Barcelona, acostumbrados a cifras mucho más modestas. Positiva también porque este tipo de acontecimientos estimulan la participación de personas, la implicación, la militancia y con suerte engrosan las filas de voluntarios de las asociaciones, que falta hace.

Sin embargo, tengo igualmente una opinión negativa. La división que se ha vivido me duele, y en el futuro tiene que superarse; debe superarse. El tema es complejo en el fondo, pero su solución es simple: para el entendimiento basta sólo voluntad. A mi juicio, lo ideal hubiera sido una manifestación unitaria y multitudinaria, hasta la Plaça de Sant Jaume (como siempre, como corresponde a quien quiere reivindicar algo en esta ciudad, en este país), donde hubieran participado partidos y sindicatos y TODAS las asociaciones LGBT, sin excepción; y el domingo, un espectáculo y punto. Un show, una fiesta organizada por quién tiene medios para ello y sin más pretensiones que la de ser eso, una gran fiesta. Eso sí, los beneficios también para la causa común. Eso es lo que podría haber sido y no fue.

También es negativo, y desquiciante, el hecho que los empresarios LGBT catalanes de la Acegal pretendan (desde hace unos años) suplantar a las organizaciones LGBT, cuando su papel podría perfectamente complementarse. Es algo que no logro entender, como tampoco entiendo por qué el Casal Lambda y la CGL, asociaciones mayoritarias, llevan años dando tumbos en sus relaciones institucionales, empresariales y asociativas, sin más línea política que la de la oportunidad. Por último, la intransigencia del FAGC con las demás realidades no debería arrastrar a las restantes asociaciones. El FAGC tiene su ideario concreto, pero lo que nos une tiene un alcance mayor: nuestra sexualidad, nuestra lucha por los derechos LGBT y nuestro combate contra homofobia y transfobia.

Para acabar, también se me ha quedado una sensación extraña, sobre todo con lo del domingo. ¿Eso es todo? ¿Eso es lo que ha dado de sí en Barcelona la celebración de los 40 años de la revuelta de Stonewall? ¿Una manifestación de 3.000 personas y un vodevil con 20.000 personas más? ¿Sabían todos porque estaban allí? ¿Qué se celebraba? Ahí es cuando me invade una sensación de tristeza. Me da pena por todo aquello que podríamos haber logrado en todos estos años y que cada vez veo más lejos; y me produce un gran desánimo porque aunque la comunidad LGBT catalana necesite aunar sus fuerzas, éste es un objetivo que nadie persigue. Están todos bien como están, gestionando las migajas: sus locales de ocio, sus idearios excluyentes y sus subvenciones. Mientras tanto, un año más, 475.000 catalanes gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, se quedaron en sus casas, o se fueron a la playa, o simplemente dormían la mona de la juerga de la noche anterior.