Carta de Y.A.S., la mujer transexual agredida en Gijón

Os adjunto a continuación la carta redactada por Y.A.S., la mujer transexual agredida el pasado tres de julio de 2009 en un gimnasio de Gijón que fue publicada, el 22 de julio, en la web de XEGA.org.

La agresión saltó a los medios una semana después de haberse producido. Al parecer, la brutal paliza que le propinaron ocurrió cuando la mujer se encontraba en los vestuarios masculinos del gimnasio donde regularmente hacia deporte. Mientras allí se duchaba, pues dado que en su DNI no consta su sexo femenino, la dirección del gimnasio no le permitía desvestirse en el vestuario de mujeres, varios usuarios del gimnasio la sacaron arrastras, la dejaron semi-inconsciente a base de puñetazos y patadas y la pobre se quedó allí tirada, desnuda y sangrando. Nadie la socorrió. Con las pocas fuerzas que le quedaban consiguió salir del vestuario por su propio pie. Ni la dirección del gimnasio, ni sus empleados hicieron (ni han hecho aún hoy) nada al respecto. El gimnasio en cuestión es el Fitnessfirst de Gijón. Desde allí, la mujer agredida se desplazó al centro hospitalario de Cabueñes, donde se tramitó de oficio el correspondiente parte y, posteriormente, denunció los hechos en comisaría.

En estos momentos la afectada sigue en un estado depresivo tal que le impide enfrentarse directamente con los medios de comunicación; sin embargo, desea hacer llegar de primera mano su versión sobre los hechos ocurridos a través de esta carta:

Dicen que la vida está llena de casualidades. Debe ser por eso que a mí me tocó ser transexual. Siempre tuve el temor de que, por serlo, algún día pudiera llegar a ser agredida. Es lo que a lo largo de la vida he visto que les ocurre a otras mujeres como yo.

Hoy estoy aquí, escribiendo esta carta, para denunciar la agresión que sufrí el pasado día tres de julio en el gimnasio Fitness First de Gijón.

Soy usuaria de ese centro desde hace tiempo debido a que tengo una dolencia y una prescripción médica me lo aconseja. Cuando decidí darme de alta en el mismo, hice constar mi condición de persona transexual y la posibilidad de utilizar el vestuario mujeres para cambiarme. La respuesta fue que, debido a lo que decía mi DNI, solo podía utilizar el vestuario masculino. Los informes sobre transexualidad no sirvieron para nada.

Es verdad que, desde el comienzo, sentí comentarios insultantes y humillantes hacia mi persona, pero el gimnasio ante ello reiteró que la única posibilidad era la que estaba en marcha.

El pasado día tres de julio, cuando estaba en la ducha, sentí un fuerte golpe; era la puerta que alguien había abierto de una patada desde fuera. Me dio un golpe que me dejó conmocionada. A partir de ese momento solo recuerdo cómo me sacaron a rastras, desnuda y tirada en el suelo mientras me golpeaban e insultaban.

En medio de una situación de pánico, muerta de vergüenza, logré medio vestirme y salir corriendo del vestuario. Antes de alcanzar la calle, paré en recepción donde simplemente me entregaron un pañuelo para la sangre que me salía por la nariz y boca.

Desde entonces hasta hoy nadie se ha puesto en contacto conmigo. Debieron cambiar mucho las cosas porque antes me llamaban cada dos por tres para ofrecerme regalos si hacía nuevos socios para el gimnasio.

Ya antes de estos hechos, debido a cuestiones relacionadas con un acoso de carácter laboral, tuve que ir a los tribunales. Gané el juicio pero todavía hoy estoy a la espera de que se cumpla la sentencia.

Este hecho me hizo entrar en una profunda depresión que motivó mi baja laboral. Todos los esfuerzos por recuperarme se vienen ahora abajo tras la agresión sufrida en el gimnasio.

A veces me dicen que las cosas están cambiando. Yo la verdad es que cuando miro hacia mi propia vida lo único que veo son humillaciones y desprecio. Tengo miedo de que después de sufrir esta agresión gratuita e injustificada, todo quede impune.

Me gustaría pensar que esas cosas que se dicen de la igualdad, de los derechos de todas las personas y demás puedan permitir que, al menos por esta vez, sienta que se juzga a quien me agredió para recuperar así mi orgullo y dignidad como persona y también que el gimnasio acabe por asumir las responsabilidades que le corresponden, pues fueron ellos quienes con su decisión, sentaron las bases de la agresión que sufrí.

Y.A.S.

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He escrito esta entrada, no sólo para hacerme eco de esta nueva agresión hacia una persona LGBT, en este caso una ataque transfobo, sino también para mostrar mi cariño y solidaridad hacia la afectada, pensando que quizá mañana podríamos ser cualquiera. Igualmente busco vuestra complicidad y solidaridad. Para empezar, podéis escribir e-mails de protesta aquí: FORMULARIO DE QUEJA A FITNESSFIRST, en espera que la dirección de esta cadena corrija la situación como correspondería... Mientras, esperamos los próximos movimientos de las autoridades municipales y autonómicas para que hagan justicia; igualmente, esperamos el parecer y las reacciones del Ministerio de Igualdad que a buen seguro llegarán.

Desgraciadamente parecemos estar casi-acostumbramos a ver este tipo de cosas fuera de España. Agresiones a LGBT en Iraq, Perú, India, México, Brasil, etc. son el pan nuestro de cada día con el que muchos desayunamos. Algunos lo veis como algo lejano. Tanto es así, que muchos LGBT españoles os creéis inmunes a este tipo de cosas, seguros como creéis estar en vuestras respectivas ciudades. Para muchos heterosexuales, en cambio, este tema les es completamente indiferente. Piensan incluso que con un derecho al matrimonio ya lo tenemos todo: ¿qué más tienen que reivindicar éstos? Mientras piensan eso, aprovechan para jactarse de su supuesta superioridad usando su cargamento de eufemismos, estereotipos e insultos como marica, marimacho o travelo en sus reuniones de trabajo, o con sus hijos, o con sus amigos, o incluso en la tienda de ultramarinos de debajo de casa. Luego, cuando nos llegan las noticias de las agresiones en nuestra ciudad, o en nuestra misma calle, (las que trascienden, porque eso sí, hay muchísimas más de las que nos llegan), son como una tremenda bofetada en nuestras conciencias autocomplacientes y auto-satisfechas. Con todo y con eso, para una mayoría de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales seguirá siendo una anécdota más de la que mañana ni se acordarán.

En conclusión, a todos los que dicen que los LGBT estamos tan bien en España que ya no queda nada por reivindicar, nada por hacer, y aunque la Unión Europea nos ponga como ejemplo de bastión de los derechos LGBT, yo os digo que ¡y una mierda, si está todo conseguido! Y a la UE, que lo que en España hoy es blanco, mañana podría dejar de serlo.