Fira medieval d’oficis de Súria (Bages, Barcelona)

En los días 8 y 9 de noviembre se celebró en Súria la Fira medieval d’oficis que con carácter anual y desde 2002, transforma las tranquilas calles de tonos ocres de su poble vell, en un mosaico de colores, con su trasiego de gentes diversas y todo ello con cierto trasfondo histórico y un gran contenido cultural. Sin duda, el perfecto destino para pasar un domingo de otoño, ya sea solo o en compañía de la familia.

El éxito de la Fira (este año con más de 14.000 visitantes) es el resultado del gran esfuerzo organizativo que implica a toda la localidad, desde sus instituciones, entidades y comerciantes, a los cientos de vecinos que caracterizados con trajes de época y metidos en su papel, hacen las delicias de los visitantes. Esfuerzo aún más grande si cabe teniendo en cuenta la difícil situación que atraviesa la ciudad, con el fantasma del desempleo acechando por doquier, sobre todo tras la crisis de Iberpotash (empresa que gestiona la mina de potasa que en su día trajo prosperidad a la población); un simple vistazo al entorno da cuenta del papel hegemónico que juega la mina en el paisaje urbano.

Sin duda lo que convierte a esta Fira en una de las más encantadoras que haya visto es la perfecta combinación de un marco adecuado, la entrega de la gente, la diversidad y, sobre todo, la calidad y variedad de los talleres de oficios.

La Fira permite descubrir el recinto del poble vell. Situado en un promontorio que domina el valle del río Cardener, su origen está ligado al Castillo que inicialmente fue levantado como baluarte defensivo en la frontera con el Califato de Córdoba que, por aquel entonces, se situaba a lo largo del Cardener. Poco queda de ese edificio, pues la mayor parte es una reconstrucción actual en estilo, bajomedieval aunque sí conserva la torre de homenaje, del siglo XII. Otro edificio destacado es la iglesia del Roser. De origen Románico, conserva el ábside y la torre del siglo XI, la cual cimenta el campanario. El resto del conjunto es también de gran belleza. Por ello el paseo por las calles, algunas de ellas porticadas, el descubrimiento de algunas casas (como la de la sede de la Oficina de Turismo) o de antiguos almacenes accesibles y sobre todo, la bonita plaça major, engalanada para la ocasión, nos dejaron sin palabras.

En este ambiente antiguo tiene lugar la Fira Medieval d'Oficis que como su nombre indica pretende redescubrir los viejos oficios tradicionales. Un paseo por las calles atestadas de gente (aunque sin agobios) te conduce a puestos de todo tipo donde se hacen demostraciones prácticas de cestería, herrería, tintes tradicionales usados en la ropa, alfarería o la elaboración de zapatos.

Para los bolsillos desprendidos hay tiendas de productos artesanales que complementan a los puestos; y para que nadie se aburra, talleres (hasta de tiro con arco), cuenta cuentos, recreación de una mina de sal, espectáculos musicales y por todas partes se podían ver animales domésticos rodeados de niños (y no tan niños) dispuestos a todo por acariciarlos. Todo ello recuerda a un gran mercado, y es un espectáculo en sí mismo. El ajetreo es tal que hasta en el más insospechado rincón puedes admirar a niños vestidos como para una película de la Reconquista compitiendo con sus diávolos, o ya buscando más intimidad una bruja desentraña el porvenir a través de sus cartas del tarot.

De entre las decenas de propuestas de la Fira, me llamó especialmente la atención el hecho de poder entrever algo de la cultura musulmana. Así, en la haima árabo-bereber podías encontrar un amplio surtido de deliciosos pasteles árabes a la venta. También pudimos ver un espectáculo de danza del vientre. Aunque son dos de los reclamos más comerciales de esta cultura rica, vecina y milenaria muchos se olvidan de que algunos hitos de la historia de España se vivieron dentro de los estados musulmanes peninsulares. Y aunque Súria nunca fuera una plaza sarracena, bien estaría que en futuras muestras se incluyeran nuevos elementos propios del artesanado árabe.

Es cierto que en conjunto todo ello no deja de ser más que una justificación con el fin de promocionar el turismo y el comercio de Súria. Bien está. Y si además la ocasión cuenta con un trasfondo cultural y se excusa en la historia, pues ¡bienvenida sea! que falta nos hace. Una visita a la Feria, sin duda, puede enriquecernos culturalmente aunque, como todo en esta vida, depende de la inquietud que lleves contigo y del empeño que uno mismo ponga. Por mi parte, espero volver a disfrutar en el futuro de esta maravillosa ocasión.

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