Los elementos que lo hacen especial son varios. En primer lugar, se trata de uno de los no más de 30 vestigios románicos que se encuentran dispersos por la ciudad. Pero, además, es una de las obras románicas mejor conservadas de la ciudad. El edificio es muy sencillo: su interior es reducido, con una sola nave cubierta por una bóveda de cañón apuntada; en el exterior, destacan la espadaña que corona la fachada, y la portada que consta de 4 archivoltas y columnas, capiteles e impostas, todo ello profusamente decorado. En los capiteles se conservan dos escenas figuradas: la Anunciación y la Visitación (lado izquierdo) y unos cuadrúpedos encarados (lado derecho); el resto está decorado con un repertorio vegetal y geométrico. También en el exterior y a la derecha, se puede apreciar los restos de una antigua puerta lateral (ver foto), hoy en día cegada, con un Cordero Pascual esculpido en el tímpano que sostiene una cruz y que representa a Cristo, una imagen común en el románico.
Además de su excepcional conservación, existen otros elementos que hacen de la Capella de Santa Llúcia un edificio muy particular. Si uno se detiene delante del muro lateral de la iglesia y afina bien la vista, descubrirá que en muchos de los sillares (piedras labradas que conforman el muro) aparecen unos símbolos tallados. Hay hasta 5 diferentes (ver fotos a continuación).
Se trata de marcas realizadas por los mismos canteros o por los maestros de obra (magister muri) que en la construcción de las iglesias románicas, eran los responsables de la obra. En las ilustraciones de la época se les suele representar con un bastón (virga). Las marcas permitían identificar a los maestros o como autores de la construcción de un edificio, o bien en la autoría de la talla de la piedra (en el caso en que participase más de un magister muri en la construcción, como ocurre en Santa Llúcia). Gracias a estas marcas (que eran auténticas firmas) los maestros o canteros podían reclamar su estipendio al patrono de la obra. Por otro lado, las marcas de canteros podían tener otros significados que trascendían lo evidente; significados sólo inteligibles para miembros iniciados en sociedades (casi) secretas, y de carácter laico, a las que se solían agremiar estos maestros. De hecho, se considera a los masones los herederos de estos gremios y sociedades medievales.
Por último, en la fachada, justo a la izquierda de la cana, puede leerse la inscripción: "a dues canas lo pou” (ver foto), la cual hace referencia a un pozo que se encontraba a dos canas de distancia, pero que no debía ser visible, al encontrarse (probablemente) en el patio del Palacio Episcopal, justo al lado de la Capilla, el cual también cuenta con una galería románica de la misma época del obispo Arnau de Gurb (ver foto de más abajo).
En resumidas cuentas, a todos los que tengáis oportunidad de pasear por el centro de Barcelona, os recomiendo deteneros 5 minutos admirando este magnífico edificio que posiblemente os haya pasado desapercibido y que es una verdadera joya de nuestro patrimonio.
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2 Comentarios:
Me ha encantado este artículo, me ha llevado 15 años atrás cuando, de mano del que, por aquel entonces, era mi novio, me recorría todo el casco antiguo escuchando historias y curiosidades como las que tú has escrito en tu artículo. Es como una ciudad dentro de otra ciudad que está esperando ser descubierta.
Estas historias y entresijos hacen que me sienta especial de vivir aquí, en Barcelona. Gracias por ayudarme a descubrirla un poquito más.
Muchas gracias por compartir estos conocimientos.
Pili Biarge
www.cuadernodemaestra.com
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